Invierno 2018 | Año 6 | Edición 19
| ESPACIO MÉDICO
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En esta edición escriben para nosotros la doctora Mariana Piccolo y el doctor José Ignacio Carranza.

Vacunación en adultos: el segmento olvidado

   

Las vacunas y la distribución de agua potable son las dos herramientas más importantes implementadas en la historia del planeta (o del ser humano), en pos de erradicar enfermedades. 

Las vacunas son aquellos preparados que se administran a las personas para generar inmunidad activa y duradera contra una enfermedad, estimulando la producción de anticuerpos que funcionarán como nuestras defensas.

Gracias a que la vacunación se implementa como una herramienta de salud pública, en la Argentina no se reportan casos de ciertas enfermedades, como es la rubeola congénita, poliomielitis o sarampión. De esta última enfermedad no se registran casos desde el año 2000, pero lamentablemente a principios de mayo de este año se detectó un caso de transmisión local de sarampión en la Ciudad de Buenos Aires en una niña de 8 meses, que adquirió esta enfermedad al coincidir en una clínica porteña con una joven de 21 años que había contraído el virus en un viaje a Tailandia y que no estaba vacunada.

En la actualidad, se dispone de vacunas eficaces y seguras contra múltiples enfermedades graves. Esta protección disminuye con el tiempo, por lo que debemos reforzarla. Esto se vuelve relevante en grupos especiales y adultos mayores, donde las tasas de vacunación son ineficientes, lo que refleja el desconocimiento  acerca de su  importancia, tanto en el público en general como también en los profesionales médicos que hacen mucho hincapié en calendarios completos de vacunación durante la infancia y luego relegan el tema durante la adultez.

Todos los adultos deben estar protegidos con las siguientes vacunas.  Algunas de ellas poseen requerimientos especiales:

Antigripal (influenza): la gripe es una infección respiratoria aguda, que por lo general se  autolimita, sin dejar secuelas. Si bien no es una enfermedad grave, los mayores de 65 años deben vacunarse anualmente contra la gripe a fin de prevenir complicaciones. Se debe dar una dosis anual, todos los años después de los 65 años. Asimismo, será necesaria la vacuna antigripal para aquellos adultos menores de 65 años que convivan con otras patologías tales como: enfermedades respiratorias, cardíacas, inmunodeficiencias congénitas o adquiridas, pacientes oncohematológicos y trasplantados, obesos, diabéticos, insuficientes renales crónicos en diálisis, síndromes genéticos, tratamientos crónicos con ácido acetilsalicílico y convivientes de enfermos oncohematológicos.

Doble adultos (difteria/tétanos): recordar la necesidad de aplicarse un refuerzo de vacuna Doble Adultos cada diez años, luego de haber recibido el esquema primario con tres dosis. Esta vacuna previene de enfermedades graves y potencialmente mortales, como son la difteria y el tétanos.

Hepatitis B: la vacuna contra la hepatitis B es muy segura y eficaz y está disponible para toda la población. Esta vacuna previene Hepatitis B, una enfermedad de transmisión sexual, que en su fase aguda puede generar una hepatitis aguda fulminante con requerimiento de trasplante de hígado, y en fases crónicas puede evolucionar a cirrosis hepática y cáncer de hígado. El esquema completo requiere 3 dosis (0, 1 mes y 6 meses) para estar adecuadamente protegido. En caso de no haber recibido esquema previo, durante la adultez deberá comenzarse o completarse el esquema según corresponda.

Vacuna antineumocócica: la bacteria conocida como neumococo es la principal causa de neumonías, meningitis y sepsis graves en adultos mayores de 65 años.

• El esquema indicado es secuencial de dos vacunas desde los 65 años (1 dosis de vacuna conjugada 13 valente para neumococo, y luego de 12 meses de intervalo: 1 dosis de vacuna polisacárida 23 valente para neumococo).

• Aquellas personas mayores de 65 años que hubieran recibido la vacuna Antineumocócica 23 valente, habiendo pasado un año podrán recibir la vacuna conjugada 13 valente, para completar el esquema secuencial.

Doble viral (sarampión/rubeola) o triple viral (sarampión/rubeola/parotiditis): deberán constatarse dos dosis de las vacunas en la vida, para considerar esquema completo y actualizado.

Fiebre amarilla: previene fiebre amarilla, una enfermedad transmitida por picaduras de mosquitos. Las zonas de riesgo en la Argentina son: Misiones, Formosa, norte de Corrientes y algunos departamentos de Chaco, Salta y Jujuy, donde esta vacuna se encuentra incorporada al calendario habitual de vacunación. El esquema sugerido es una dosis en la vida, a personas que vivan en zonas de riesgo. Recordar que esta vacuna está NO RECOMENDADA después de los 60 años, y CONTRAINDICADA después de los 70 años debido al aumento de reacciones adversas graves en adultos mayores.

Fiebre hemorrágica argentina (FHA): previene FHA, que es una enfermedad infecciosa endémica en el noreste de la provincia de Buenos Aires, sur de Córdoba, sur de Santa Fe y norte de La Pampa. El esquema es de una dosis única en la vida a residentes o trabajadores  en zonas de riesgo y que no hayan recibido previamente la vacuna. Recordar que esta vacuna está contraindicada en embarazadas, y personas con enfermedades relacionadas con sistema inmune, por su potencialidad de reproducir la enfermedad, al igual que ocurre con la vacuna de fiebre amarilla.

   

Mantener altos índices de vacunación en la población asegura que personas susceptibles (como la beba con sarampión contagiada recientemente, que se mencionó más arriba) estén protegidas al no poder recibir la vacuna por diferentes situaciones.

Es por esto que la vacunación es un deber y una responsabilidad colectiva, y en el adulto hay que aprovechar todas las oportunidades a las que se acerca  el sistema de salud a fin de completar su esquema de vacunación.

José Ignacio Carranza
Médico Infectólogo
MN: 129.607