Nadie imaginó que la aparición de una serie de casos de neumonías de origen incierto en China, a fines de 2019, se transformaría en la mayor crisis de la salud pública, a escala planetaria, de los últimos cien años.
El COVID-19 es una enfermedad compleja de la cual, a pesar de las sorpresas y mutaciones que presenta continuamente, poseemos algunas certezas.
En relación a esto, se describen tres formas evolutivas de acuerdo a la duración de los síntomas:
• Aguda: comprende a aquellos pacientes que presentan síntomas durante 2 a 4 semanas y los resuelven.
• Continua: es aquella en la que los síntomas se extienden hasta 12 semanas.
• Prolongada: cuando la persistencia de los síntomas es mayor a las 12 semanas.
Estos síntomas pueden afectar distintos órganos. Los síntomas relacionados con la afectación cerebral pueden ser cognitivos, psiquiátricos o ambos. En general los pacientes que los padecen son los de mayor edad, con antecedentes previos y que tuvieron la evolución más tórpida de la enfermedad, requirieron internación y a veces UTI. Pero existe evidencia que también afecta a los más jóvenes que cursan la enfermedad en forma leve a moderada.
Dentro de los síntomas cerebrales cognitivos se encuentra la llamada “niebla mental” que provoca mayor angustia en los que la padecen, ya que presenta episodios de desorientación tempo-espacial y hasta confusión acerca de la propia identidad que dura unos instantes.
En relación a los síntomas psiquiátricos que aparecen en personas que se han recuperado básicamente son: estrés postraumático, depresión o ansiedad.
Un estudio llevado a cabo por investigadores italianos apunta a que la inflamación causada por el virus Covid-19 puede tener un papel importante en el estado mental tras superar la enfermedad.
Los investigadores del estudio llevado a cabo en el Hospital San Rafael de Milán, que se ha publicado en la revista Brain, Behavior and Immunity, realizaron un seguimiento a 402 adultos (265 hombres y 137 mujeres) que habían estado atendidos en el hospital a causa de la Covid-19 y concluyeron que:
• El 28% de los paciente sufrían trastorno de estrés postraumático (TEPT), el 31% tenía depresión, el 42% presentaba ansiedad, el 40% tenía insomnio. |
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• El 20% mostraba síntomas de trastorno obsesivo-compulsivo.
• El 56% de los pacientes a los que se realizó seguimiento presentaba al menos una secuela psicológica considerable, que estaba relacionada con la gravedad de la inflamación que habían tenido durante la infección por el virus de la Covid-19.
También se observó que las mujeres, a pesar de haber tenido menos inflamación por la Covid-19, sufrían más depresión y ansiedad. Esto, según apuntan los autores del estudio, podría ser debido a que el sistema inmune de las mujeres funciona de forma diferente al de los hombres respecto a sus componentes innatos y adaptativos.
En las personas a las que, antes de la infección por el Covid-19, ya se les había diagnosticado una enfermedad psiquiátrica el impacto psicológico fue también mayor.
“Los coronavirus podrían inducir secuelas psicopatológicas a través de una infección viral directa del sistema nervioso central (SNC) o indirectamente a través de una respuesta inmune”, concluyen los autores.
Mi consejo es que si usted o un familiar cercano sufrió o sufre de Covid-19 y presenta síntomas psiquiátricos o psicológicos que no presentaba antes de enfermar o percibe un agravamiento de síntomas previos, consulte a su médico clínico de cabecera.
Conclusión:
El COVID-19 afectó y afecta la salud mental de toda la población del planeta en forma directa, como citamos, o indirecta a través del daño que provoca el aislamiento, la separación de los seres queridos, la caída económica, el temor, la incertidumbre, etc.
Cada día somos testigos de esto cuando vemos distintas situaciones donde la hostilidad generada por cualquier inconveniente es desmesurada y lamentablemente se ha convertido en una compañera de ruta cada vez más presente en nuestra vida cotidiana.
Dr. Pablo García San Agustín
Médico especialista en psiquiatría y psicología médica.
MN 74064, MP 38520. Auditoría prestacional, API Salud Mental. |