Otoño 2022 | Año 10 | N° 34 www.omint.com.ar
 

La emocionalidad sosteniendo el cuidado


La visión actual de la coyuntura del periodo de pandemia permite avizorar un escenario donde es posible sostener que lo peor quizás haya pasado.

Sin embargo, la percepción de alivio no hace mella en la convicción del rol y el cometido que guía y orienta a los efectores de salud. En este artículo haremos  foco en el personal de enfermería.

En este punto es notable destacar que la particularidad de aquel referido momento se tornó en muchos casos tanto o más impactante en el plano de los vínculos y las emociones, que en el de la operatividad técnica propiamente dicho. 

En las instantáneas de imágenes y momentos que nos sumergen a ese espacio temporal, surgen hitos como la internación del primer trabajador propio en la sala de Cuidados Críticos, un enfermero muy valorado por sus dotes profesionales y sobre todo humanas.
También aparece un pulso de las sensaciones que se tomaron, donde la opción del temor por la propia integridad quedó absolutamente relegada por el miedo al contagio de un ser amado. O aquel hallazgo de un colaborador que decide apartarse del resto, procurando invisibilizar el llanto emergente por la angustia.

Hemos sido testigos de la internación de 51 miembros de nuestros equipos, del total de 550 infectados que nos afectaron, teniendo la enorme satisfacción de no contar con ningún fallecimiento.

Hoy, la vacunación, se constituye en un bálsamo al que ha adherido una proporción significativa de colaboradores.


 

A la fecha hay declaradas 964 personas con primera dosis, 950 con segunda dosis y 776 con tercera dosis.

Sin embargo, el sostén de toda esta trama se reconoce en la satisfacción de ser protagonistas de aquellos momentos donde los pacientes diluían su propia soledad y temor por el aislamiento estricto, o en el valor de ser vehículo de ese celular con el cual el enfermo a minutos de ser intubado pudiera decir las que quizás fueran las palabras de despedida a sus familiares, o en el momento de convertirnos en receptores de la gratitud de quienes podían dejar atrás la experiencia.

Concluyo señalando que, desde mi perspectiva, el rol profesional adquiere mayor validez apalancado en la identidad y la convicción de cuál es la misión abrazada al juramentar por esta profesión.

Quizás también se cristalice pronto el anhelo de que la comunidad toda le pueda aportar al personal de enfermería el reconocimiento tangible y la legitimación social que se merece.

Por todo esto: ¡Gracias a las y los colegas y a los equipos de salud en su conjunto por nunca perder de vista la humanización en la atención de los enfermos!

Prof. Lic. Walter Piceda
M.N. 63494
Jefe Depto. de Enfermería -Clínica Santa Isabel